La sensación se profundiza.
Estruja, retuerce, empuja,
es una epifanía confusa,
una emoción irresistible.
Parece el alma desangrarse
gota a gota.
Mientras, late el corazón
empecinado en seguir
un ritmo que alguna vez acabará.
Un latido, una gota
y una nota musical
resuena en mis oídos.
El dolor se apodera
y resulta inútil
buscar una explicación.
Ya es tarde,
parece dilatarse
con extrañas propiedades.
Se vuelvo objeto,
una pelota en el pecho
que se vuelve poesía.